viernes, 15 de abril de 2016

Presentación de Ramos Rosa y Keats en Madrid, 20 de abril



“Donde acaba Pessoa, comienza Ramos Rosa”, afirma con contundencia Eduardo Lourenço. Su poesía hay que contextualizarla dentro de la tradición de la poesía lusa del siglo XX, que es el siglo de oro de la poesía del país vecino. En el autor luso, la palabra poética posee una magia redentora.  En su ideario poético hay asimismo una visión de la poesía como intento de suturar el espacio entre la conciencia y el mundo.   
Ramos Rosa recupera la sinceridad en el decir poético, la confianza en el poder de la palabra para llegar a la plenitud y al autoconocimiento profundo. Cada verso equivale a una respiración. Forma parte de esa estirpe de poetas cuya entrega radical a la escritura se entiende como un sacerdocio
                                                                         
                                                                                   © Verónica Aranda
                                                                                   (Fragmentos del prólogo de Claros )

Os dejo tres poemas de António Ramos Rosa, Claros:


O encontro
Por vezes, sem qualquer esforço, sou uma atmosfera ou identifico-me com um arvoredo, com a sua cor sombria, cor de veludo e silêncio, cor de estar ou ser, intemporal e densa. Eis onde vivo por momentos. Onde sou uma respiração do silêncio. Ou então uma encosta. Umas quantas janelas onde já ninguém vem assomar-se. Uma faixa oblíqua de cor ensimesmada no abandono de uma tristeza que é um gesto da imobilidade. Alongado, profundo, externo gosto de ser e nada mais. Estar ou ser no encontro tornou-se a exactidão pura de uma densidade tranquila e suficiente, internamente imensa. Contemplação intensa e calma, como liberta do desejo, e todavia a forma e o fundo do desejo como substância única, salva numa completa tranquilidade. Neste muro inabitável, por abandonado e solitário, está a mais viva e a mais sossegada habitabilidade do mundo. Sinto a vibração aérea do imperecível e todavia efémero. Sou agora, abandonando-me, o próprio encontro com o que não responde e que responde no silêncio do inanimado. Horizontal, vertical, estou reunido como uma pedra e não me afundo, não soçobro entre a sombra e a água.


El encuentro
A veces, sin esfuerzo alguno, soy una atmósfera o me identifico con una arboleda, con su color sombrío, color de terciopelo y de silencio, color de estar o ser, intemporal y denso. Es aquí donde vivo por momentos. Donde soy una respiración del silencio. O sino una pendiente. Unas cuantas ventanas donde ya nadie viene a asomarse. Una franja oblicua de color ensimismado en el abandono de una tristeza que es un gesto de la inmovilidad. Remoto, profundo, externo gusto de ser y nada más. Estar o ser en el encuentro se convirtió en la precisión pura de una densidad tranquila y suficiente, interiormente infinita. Contemplación intensa y tranquila, como liberada del deseo y, sin embargo, la forma y el fondo del deseo como sustancia única, salva en una completa tranquilidad. En este muro inhabitable, por abandonado y solitario, está la más viva y la más sosegada habitabilidad del mundo. Siento la vibración aérea de lo imperecedero y todavía efímero. Soy ahora, abandonándome, el propio encuentro con lo que no responde y que responde en el silencio de lo inanimado. Horizontal, vertical, estoy unido como una piedra y no me hundo, no zozobro entre la sombra y el agua.



O silêncio no corpo
Procuro o espaço, procuro o corpo. Escrevo, não para confirmar, mas para descobrir, para iniciar. Como que procuro o gesto que seja o gesto do ar, que inaugure um lugar aberto e transparente. A substância é imponderável, nada prescreve a ordem libertadora, não a conheço, não a pressinto no silêncio e na ausência. Continuo todavia à superfície e é aí, entre a folhagem das letras, que a palavra pode consumar-se e abrir o espaço inteiro. O silêncio que escuto é o silêncio dela e pela sua própria ausência ela me é de algum modo sempre presente. Não posso ouvi-la, mas sem palavras ou mesmo através delas, bebo inteiramente o seu silêncio. Dentro do corpo, o sono, o sangue, a sombra da palavra. A plenitude de uma nascente serena. Não será já preciso dizer a frase que abriria o espaço e inauguraria o lugar aberto e transparente?


            El silencio en el cuerpo
Busco el espacio, busco el cuerpo. No escribo para confirmar sino para descubrir, para iniciar. Como buscar el gesto que sea el gesto del aire, que inaugure un lugar abierto y transparente. La sustancia es imponderable, nada prescribe el orden liberador, no lo conozco, no lo presiento en el silencio ni en la ausencia. Sigo todavía en la superficie y es ahí, entre el follaje de las letras, donde la palabra puede consumarse y abrir el espacio entero. El silencio que escucho es su silencio y por su propia ausencia permanece siempre, de algún modo, presente en mí. No puedo oírla, sin palabras o incluso a través de ellas, bebo por completo su silencio. Dentro del cuerpo, el sueño, la sangre, la sombra de la palabra. La plenitud de un manantial sereno. ¿No será ya necesario decir la frase que abriría el espacio e inauguraría el lugar abierto y transparente?


As palavras do ar
Varanda aberta. Espaço. Noite enrolada em folhas, noite de antenas e aromas, noite de bocas nubladas e brancas. Brilham constelações de lâmpadas através das nuvens. Escuto. Nem palavras nem silêncio. A voz é um odor da sombra. Deixa-me tocar-te o rosto, o teu rosto de espaço. Vejo-te através das pálpebras. Toco as mãos aéreas e silenciosas que atravessam a folhagem. Vejo os lábios rodeados de fogo. Estou no círculo da distância e escrevo as palavras adormecidas no ar.



Las palabras del aire
Balcón abierto. Espacio. Noche envuelta en hojas. Noche de mástiles y aromas, noche de bocas nubladas y blancas. Brillan constelaciones de bombillas a través de las nubes. Escucho. Ni palabras ni silencio. La voz es un olor de la sombra. Déjame tocarte el rostro, tu rostro de espacio. Te veo a través de los párpados. Toco las manos aéreas y silenciosas que atraviesan el follaje. Veo los labios rodeados de fuego. Estoy en el círculo de la distancia y escribo las palabras dormidas en el aire.


                                                    António Ramos Rosa, Claros, Polibea, Madrid, 2016
                                                    (Prólogo y traducción: Verónica Aranda)



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