martes, 3 de julio de 2012

Por los ojos de Raquel Meller



¿Alguien recuerda a Raquel Meller?  ¿Los ojos de Raquel Meller que retrataron Sorolla y Romero de Torres? Nuestra memoria colectiva es pésima. No puedo imaginar cómo sería si los franceses olvidaran de golpe a Edith Piaf o los portugueses a Amalia Rodrigues. Pero en este país una diva que dio la vuelta al mundo con sus creaciones, que sin saberlo contribuyó a la emancipación y los derechos de la mujer, puede en pocos lustros caer en el olvido.  
El  musical Por los ojos de Raquel Meller, que se viene representando desde 2007 en la Sala Tribueñe (un teatro bello y acogedor, fuera de las rutas habituales)  le rinde homenaje. Bajo una estética de luces de candilejas y decorados de barracones de feria, viajamos en el tiempo hasta la Belle Epoque y los años 20. La obra, escrita y dirigida magistralmente por el erudito Hugo Pérez, crea a través tonos desvaídos e innumerables recursos del teatro de principios de siglo, la atmósfera envolvente de los cafés cantantes y espectáculos de varietés. Con maquillaje y trajes originales de época, reviven modistillas, coristas, vicetiples, cupletistas de dudosa honra, magos, teloneros y toda una bohemia golfa en estampas pictóricas de gran plasticidad aliñadas con algunas proyecciones de cine mudo.
El espectáculo hace un recorrido por la vida y cancionero de Raquel Meller, desde los primeros cuplés sicalípticos a su dignificación del género ínfimo. La protagonista, Maribel Per, parece la mismísima Raquel, que cobra vida en cada gesto, en cada movimiento. Interpreta con elegancia y voz cristalina de soprano un repertorio de 18 cuplés entre los que destacan la Violetera, Flor del Mal, Ven y Ven o el Relicario. De la pobreza a las cumbres del éxito, el desasosiego y la decadencia, no falta el soliloquio de la artista con su espectro, diálogos con personajes de la época (Carmen de Burgos “Colombine”, Álvaro Retana, Gómez Carrillo, Pastora Imperio o Chaplin) y el vía crucis final, cuando acabó sus días cantando por los cines de barrio, representado a través de una estética de mantillas y mujeres de negro. 
Un justo homenaje a Raquel Meller, a toda una época y a un cancionero que forma parte de la educación sentimental de nuestras abuelas. ¡No os lo perdáis! Lo reponen sólo este mes de julio en que se conmemora el 50º aniversario de la muerte de la artista.


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